Fórmula 1 en México y el día de muertos: Un vínculo con historia
por Santiago Dastugue on 9/10/25 9:20
Descubre la historia del GP de México en la Fórmula 1 y cómo se fusiona con la tradición del Día de Muertos en un evento único en el mundo.
La Fórmula 1 es más que un campeonato de automovilismo: es un espectáculo global que conecta a países, culturas y tradiciones en torno a la velocidad, la tecnología y la pasión deportiva. Dentro de este calendario internacional, el Gran Premio de México ocupa un lugar especial. No solo por el fervor de sus aficionados ni por el carácter técnico y exigente del Autódromo Hermanos Rodríguez, sino también por su peculiar coincidencia con una de las celebraciones más representativas de la cultura mexicana: el Día de Muertos.
Esa combinación entre motores rugiendo a máxima velocidad y un país que honra a sus ancestros con color, arte y tradición ha convertido al GP de México en un evento único, que va mucho más allá de la pista.
Los inicios del Gran Premio de México
El Gran Premio de México se celebró por primera vez en 1962 como carrera no oficial de Fórmula 1. Apenas un año después, en 1963, entró en el calendario mundial y rápidamente se ganó la atención internacional.
La sede fue —y sigue siendo— el Autódromo Hermanos Rodríguez, bautizado así en honor a los pilotos Ricardo y Pedro Rodríguez, dos figuras clave del automovilismo mexicano. Ricardo, una joven promesa, falleció en la misma pista en 1962, justo durante la carrera inaugural, un hecho trágico que marcó el inicio de esta historia.
Durante los años 60, el GP mexicano fue escenario de batallas legendarias entre pilotos como Jim Clark, Graham Hill y John Surtees. En 1970, sin embargo, el evento fue retirado del calendario debido a problemas de seguridad y organización.
El regreso llegó en 1986, ya con una Fórmula 1 más moderna y con estrellas como Alain Prost, Ayrton Senna y Nigel Mansell. Esa etapa se extendió hasta 1992, cuando nuevamente se suspendió por motivos logísticos y de infraestructura.
Finalmente, el Gran Premio de México volvió a la F1 en 2015, gracias a una fuerte inversión y al entusiasmo del público. Desde entonces, ha sido reconocido en múltiples ocasiones como el “Mejor Evento del Año” por la propia Fórmula 1.
El GP de México hoy
El Autódromo Hermanos Rodríguez es considerado una de las pistas más desafiantes del calendario. Se ubica a más de 2,200 metros sobre el nivel del mar, lo que afecta la aerodinámica, la refrigeración de los motores y el desempeño físico de los pilotos.
Además, la pista tiene curvas icónicas como la Peraltada, de alta velocidad y gran riesgo, y la sección que atraviesa el antiguo estadio de béisbol, donde los fanáticos disfrutan de una cercanía inigualable con los autos y pilotos.
En los últimos años, la cita mexicana se ha caracterizado por ser uno de los Grandes Premios con mayor espectáculo fuera de pista. Desde el desfile de pilotos en plataformas con decoración tradicional hasta los shows que integran música, arte y gastronomía, el GP de México ha logrado diferenciarse como un evento cultural tanto como deportivo.
La coincidencia con el Día de Muertos
Una de las particularidades que hacen único al Gran Premio de México es su coincidencia en fechas con el Día de Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre.
El Día de Muertos es una tradición ancestral que combina raíces indígenas y elementos católicos, y que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2008. Durante esta festividad, las familias mexicanas montan altares, ofrecen alimentos y decoran con flores de cempasúchil, calaveritas y velas para honrar a sus seres queridos fallecidos.
El hecho de que el GP coincida con esta celebración ha llevado a que el evento se vista de símbolos mexicanos:
- Decoraciones en el paddock y el podio con calaveras y flores.
- Cascos de pilotos personalizados con diseños inspirados en la festividad.
- Espectáculos previos a la carrera con bailarines y comparsas alusivas al Día de Muertos.
Incluso, en varias ediciones recientes, los organizadores han diseñado el desfile de pilotos con carros alegóricos adornados con elementos tradicionales, creando un espectáculo único en la Fórmula 1.
El color mexicano como parte del espectáculo
El GP de México se ha convertido en uno de los más esperados por los fanáticos internacionales gracias a la forma en que logra fusionar cultura y deporte. Mientras en otros países la Fórmula 1 se limita a la competencia en pista, en México el evento se transforma en un festival nacional.
La coincidencia con el Día de Muertos permite a los organizadores proyectar al mundo una imagen vibrante del país. La Fórmula 1, transmitida a millones de espectadores en todo el planeta, se convierte en un escaparate de la cultura mexicana.
Un ejemplo claro fue la edición de 2019, cuando la ceremonia del podio incluyó altares y calaveras gigantes, mezclando la solemnidad de la tradición con la euforia del triunfo en el deporte. Esta fusión ha generado un fuerte impacto de marca para México como destino turístico y cultural.
Pilotos y la conexión con el público mexicano
El renacimiento del GP mexicano no puede entenderse sin la figura de Sergio “Checo” Pérez, piloto de Guadalajara que se ha convertido en ídolo nacional. Su presencia en la parrilla y sus logros en Red Bull han atraído a multitudes y han elevado el prestigio del evento.
En más de una ocasión, Checo ha usado cascos con diseños alusivos al Día de Muertos o a símbolos mexicanos como la Virgen de Guadalupe o el charro, reforzando esa identidad cultural que conecta con la gente.
Su participación ha generado un fenómeno social: cada GP de México se convierte en un carnaval de apoyo al piloto local, con banderas, disfraces y cánticos que reflejan tanto el orgullo nacional como la pasión por la Fórmula 1.
Impacto económico y cultural
El Gran Premio de México no solo es un evento deportivo, sino también un motor económico y cultural. Según datos de los organizadores, la carrera genera miles de empleos temporales, atrae a turistas internacionales y proyecta al país en medios de comunicación globales.
La coincidencia con el Día de Muertos potencia aún más ese impacto: muchos visitantes aprovechan para vivir ambas experiencias, lo que dinamiza la industria hotelera, gastronómica y cultural.
Este efecto sinérgico ha convertido al GP en un caso de estudio de cómo integrar tradición y modernidad, deporte y cultura, en un solo evento que beneficia a la sociedad y a la economía mexicana.
Una tradición moderna
Hoy en día, el Gran Premio de México es un símbolo de cómo la Fórmula 1 puede adaptarse y conectar con la identidad de cada nación. Lo que en otros lugares es solo un fin de semana de competencia, en México se convierte en una fiesta nacional que celebra tanto la vida como la memoria de los que ya partieron.
La coincidencia con el Día de Muertos ha demostrado que el automovilismo no está reñido con la cultura ni con las tradiciones; al contrario, puede ser una plataforma para proyectarlas al mundo.
En cada edición, el GP mexicano recuerda que la F1 no solo se corre en los circuitos, sino también en el corazón de los pueblos que la reciben.
¿Cual es su importancia?
El Gran Premio de México es mucho más que una carrera de Fórmula 1. Es la historia de un país que ha sabido recuperar y consolidar un evento internacional, transformándolo en un espectáculo que refleja su identidad.
Su vínculo con el Día de Muertos le otorga un carácter único: mientras los motores rugen y la velocidad domina la pista, el color de las calaveras, las flores de cempasúchil y la tradición ancestral recuerdan que la vida y la muerte son parte de un mismo camino.
Así, el GP de México no solo se distingue por su pasión y su afición, sino también por ser un puente cultural entre la modernidad de la Fórmula 1 y las raíces más profundas de México.
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